Vistas de página en total

viernes, 17 de junio de 2011

Discurso para Egresados Mesoamericanos



Hoy ustedes concluyen un proyecto más en su vida, y no hay nada más satisfactorio que ver nuestros objetivos realizados, ver en lo que sus actos los han convertido, porque eso somos, el puñado de nuestros actos y palabras. Siempre que se logra un proyecto, nos inunda una pregunta: ¿valió la pena? En su caso, tengo la seguridad de que sí valió la pena, durante su estancia en la Universidad han logrado desarrollar sus potencialidades de tal forma que ahora pueden ingresar con cierta autonomía a los diversos niveles de la sociedad. Es decir, ahora son capaces de afrontar por sí solos los retos de una sociedad globalizada y así alcanzar sus proyectos personales. Pero la libertad que ganan, de pensamiento, de acción, implica también asumir su responsabilidad, la responsabilidad que emana de la consecuencia de sus actos. Este valor es el gran ausente en el siglo XX. Las acciones de la humanidad se justificaban en nombre de una causa, de alguna razón de Estado o dogma de valores apriorísticos, mas no a partir del sujeto, el sujeto como responsable de sí mismo, se transmitía la responsabilidad de los hechos a entes abstractos. Esto produjo ignominias humanas donde Don nadie era el culpable, pero ese Don nadie en que se refugiaban no era sino el hombre, con rostro y apellido. Si algo nos recuerda Michel Foucault es precisamente asumir la responsabilidad de nuestras capacidades, nos invita a administrar nuestros actos, la economía del poder, un homo economicus que interiorice las consecuencias de su vida diaria. En este caso, ustedes poseen conocimiento, y son los únicos responsables del valor y las acciones esto conlleve. Sin duda alguna, los valores emanados de su alma mater, pluralismo, tolerancia, responsabilidad social, entre otros, son un eje que los ayudará a conducirse con responsabilidad y humanismo en sus labores profesionales. El reto de ustedes, como profesionistas del siglo XXI, implica no repetir los errores del siglo pasado y responder a la consecuencia de sus actos.
La filosofía humanista de la universidad es el pivote con que ustedes afrontarán la realidad que ahora los espera. El humanista, dice el gran filólogo Leo Spitzer, cree en el poder de la mente humana para investigar el alma humana. No hagamos eco de los discursos sectarios de hoy, con Samuel Huntington y su errónea idea del choque de las civilizaciones: lo que hace interesante a las culturas y sus costumbres no es su esencia o su pureza, eso lo sabe el verdadero humanista, sino su combinación y diversidad, sus contracorrientes, el diálogo y el debate que ha mantenido con otras civilizaciones. No puede haber un verdadero humanismo si sólo nos limitamos a la miope exaltación de nuestras virtudes patrióticas y propias: nuestro lenguaje y monumentos. Como institución, la Universidad Mesoamericana no se salva de esta ralidad, nuestra tarea es entablar un diálogo constante y que derive en soluciones, escucharlos siempre.  Un hombre sin dimensión pública, sin intereses impersonales, es un lisiado que termina por ahogarse en la mezquina noria de un yo que le parece infinito cuando sólo es infinitesimal.
Cada sociedad inventa y diseña las formas y ritos para considerar si un individuo es capaz de vivir en comunidad. Por citar sólo un ejemplo, la tribu de los Machiguengas del Amazonas atan al adolescente a un árbol repleto de termitas, y si éste resiste tal embate entonces quiere decir que está apto para vivir dentro del grupo. Esta no es precisamente la forma en que nuestra cultura pone a prueba la capacidad del individuo para vivir en comunidad, tradicionalmente en Occidente son el conocimiento y la virtud los valores que forman individuos aptos para estar en sociedad. Recordemos que a fin de formar buenos ciudadanos, Platón recomendó que se enseñara música, gimnasia, aritmética y dialéctica. Quizá hoy en día tales disciplinas nos parecen añosas, sin embargo, el trasfondo de tal recomendación es que el conocimiento contribuye a la formación de ciudadanos buenos. En nuestra civilización no es la resistencia física o la fuerza lo que conforma ciudadanos preparados para formar parte de la sociedad, por decirlo en palabras clásicas: es el amor al conocimiento. En pocas palabras, la ceremonia de graduación que hoy se lleva a cabo no es sino el milenario rito de iniciación que la cultura de Occidente ha diseñado a través de sus años. En nuestro país, el amor al conocimiento es toda una tradición, nos llega por doble herencia, azteca y española. Por un lado, el amor a la astronomía de nuestros antepasados; por otro, a los libros, la exégesis de la escritura. No en balde Sor Juana Inés de la Cruz, quien a mi parecer es la fundadora de esta tradición, fundadora en el sentido de fundir nuestra doble herencia, se debate en su poema mayor, Primero Sueño, entre la revelación de la ciencia y la revelación de la fe. Ciencia y devoción acompañan desde siempre al pueblo mexicano.
Muchos de ustedes se integrarán muy pronto en la realidad social de México y el mundo. En muchos aspectos, una realidad indignante. Sobran las cifras que muestran la miseria humana. En primera instancia, no la cambien, observen, traten de comprender la compleja realidad que nos rodea desde diversas ópticas. En un segundo momento, cámbienla, el estado de cosas no es para siempre, el hombre es el único que puede cambiar, así que no estamos condenados.
Esta independencia que hoy ustedes ganan, más allá de la responsabilidad y el humanismo que la conduzca, implica que se desprendan de ciertos vínculos familiares. Y como dice Octavio Paz, todo desprendimiento es doloroso. Sin embargo, es precisamente esta herida la que los junta más, la que los hace verse diferentes y por lo mismo los une en el diálogo, no habría otra forma de dialogar con los otros si no existiese tal diferencia. La distancia entre padres e hijos se agranda con las diversas experiencias, el mundo del hijo es profundamente ajeno al de los padres. Es difícil comprender que los hijos son otros, son otras las historias de vida y serán otros sus sueños y desilusiones. Es difícil no intervenir en sus actos, sin embargo no existe otra forma para lograr que realicen sus proyectos personales, que se vuelvan individuos auténticos, finalmente otros. El vínculo entre padres e hijos no se rompe, cambia, en palabras de Mounier, ahora les toca a ustedes, graduados, vencer la brecha que se ha abierto con la madurez de sus padres y la independencia propia, quizá ya no se trata tanto de cambiar al otro como de acompañarlo. Acompañarse por los días y sus trabajos-. Es la manera de honrar el esfuerzo con el que sus padres, también han logrado que ustedes estén hoy aquí.
Estimados graduados, ustedes seguirán siendo, de otra forma, alumnos de la Universidad Mesoamericana, estoy cierto que de múltiples maneras ustedes seguirán con nosotros, también, sé que podrán afrontar con responsabilidad y capacidad los retos que les ponga la vida. Les deseo el mayor de los éxitos en su desempeño profesional. Salgan al mundo con este espíritu suyo y no le tengan miedo al mundo, no le tengan miedo a nada, sólo sientan miedo de tener miedo.

lunes, 30 de mayo de 2011

Carta del escritor nicaragüense Guillermo Goussen Padilla dirigida a los Estudiantes de Arquitectura que cursan el Taller de Creatividad en la Escritura


Guillermo Goussen Padilla, nicaragüense sin doble nacionalidad, casado y feliz padre de tres hijas, lo cual le permite sobrevivir en patio ajeno desde 1973. Estudió Medicina y Literatura Hispanoamericana, pero se descubrió como buen autodidacto. En 1985 fue accésit del Primer Concurso de Cuento de la Universidad Autónoma Metropolitana, México (“La cuenta”), y en 2003 ganó el XXXII Premio Internacional de Relatos Ciudad de Zaragoza (“Año sabático”, incluido en este libro). Ha publicado una novela en México (Hombres de letras, Ed. Urdimbre, 2002) y cuentos, reseñas, prólogos y artículos de opinión en libros, periódicos y revistas de Nicaragua, México y España. Se ha dedicado a la edición en la Máxima Casa de Estudios de México y dado talleres de creación literaria en este último país y en España. Actualmente tiene cuatro novelas y un volumen de cuentos inéditos. Con Mujeres que matan (Centro Nicaragüense de Escritores ANE-NORUEGA-CNE, 2008) ha pretendido homenajear a la mujer, sin mayúsculas ni alegatos, pero sí consciente de que alguna vez Hermes y Afrodita estuvieron unidos (como en el XY). Tiene la suerte de tener muchos amigos y no pertenecer a ninguna mafia o falansterio de cualquier índole.
¿POR QUÉ TALLEREAR?

Comentaba a una periodista de la radio que yo sí creía en la eficacia de los talleres de creación literaria, aunque a muchos escritores consagrados (por lo menos en el candelero o visitantes asiduos de las pasarelas culturales) les parezcan hoy asociaciones de terapia grupal,  desfogaderos de amas de casa frustradas y un sinnúmero de pretextos que no representan otra cosa que la oportunidad de colectivizar los deseos pequeños-burgueses de ciertos lectores. Visto así no habría nada que objetar, sin embargo cuando uno los escucha siente un dejo de soberbia, que se les escapa eso que en España llaman lo “sobrao”. Entonces les pregunto qué esperan de un tallerista experimentado, ese que está a punto de abandonar un taller pues se reconoce con el aprendizaje y con los elementos necesarios para sentirse ya escritor. Y muchos, los más petulantes, contestan: “Hasta ahora no conozco  ningún Premio Nobel que saliera de un taller...”
Esta respuesta me da la medida del prejuicio: el escritor sobrao siempre aspira al Nobel, o en su defecto al Cervantes o el Reina Sofía o el Rómulos Gallego; no reconoce que habemos personas que escribimos para tener otra visión de la literatura, esa versión que, cada vez que terminamos un libro, nos sugiere que bien podemos hacerlo de otra manera, o que nos habría gustado tal o cual punto de vista, o esa vuelta de tuerca que, a nuestro modo de ver, potenciaría el nudo del relato o su final.
Cuando en 1982 asistí a mi primer taller yo sólo sabía que quería escribir. Mi carrera era la medicina y me consideraba un lector disperso y anárquico. Recuerdo que el coordinador se llamaba Felipe Sanjosé, famoso entonces porque intervenía en “Los sábados con Saldaña”, de Imevisión, en la sección de Sopa de Letras, donde unos hombres maduros y eruditos se quitaban la palabra para hablar de la palabra misma. No lo tengo en la memoria como un buen coordinador, sin embargo el grupo de talleristas era excelente y estaba a punto de volar (algunos, como Federico Traeger, Ignacio Chargoy, Laura Esquivel, siguen escribiendo con cierto éxito). Luego anduve en varios talleres, con  Carlos Illescas, Enrique López  Aguilar, María Elvira Bermúdez y otros que ya no tiene caso nombrar, pero que sí me enseñaron mucho, sobre todo respecto a las lecturas imprescindibles para entrarle al papel ya escrito o en blanco, a deshacer un texto sin remordimientos de conciencia, a entender que todo buen escrito siempre es perfectible, y a reconocer que el peor bodrio, bien trabajado, puede llegar a ser un gran texto.
No he sido un escritor prolífico ni me ha gustado cabildear con las editoriales para ver mi obra publicada; no obstante, he gozado del reconocimientos de algunos colegas no propensos al elogio, en Nicaragua, España y México. La experiencia tallerística me ha permitido trabajar en esta área en los  tres países aludidos y ver los frutos de esta labor (en España se editó un libro, Latos y relatos, que reúne los textos de mis ex talleristas y muchos de ellos ya han obtenidos galardones en la madre patria), en Nicaragua aún mantengo de manera virtual mis talleres y ya algunos flamantes escritores han visto publicado por lo menos un libro. Y bueno, México ha sido mi base, no tiene caso hablar de lo que me mantiene como un pugilista activo, porque coordinar talleres me permite estar en continuo ejercicio, calentar motores para mis novelas y cuentos.
Juan Rulfo (le puse su nombre al primer taller que hice en España) siempre tallereó con Juan José Arreola, y ambos fueron constantes coordinadores desde la Sogem y otros talleres libres en todo México. Mi cuate Gonzalo Vélez ganó el Premio Planeta Mexicano con una novela surgida de un taller: Depenetraciones, y otra cuata, Susana Pagano, ganó el José Rubén Romero con la novela Si yo fuera Susana Sanjuán, salida de los talleres de la Sogem. En fin, hay una larga lista de escritores que, no sé por qué, callan su origen tallerístico cuando les preguntan sobre sus pinitos en la escritura, pero que sólo basta rascarle un poco para saber quién fue su mentor. Para cerrar, quiero decir que el mejor cuentista vivo de México (desde mi perspectiva), Guillermo Samperio, es también unos de los mejores coordinadores de talleres en la república. Un abrazo, pariente.

martes, 24 de mayo de 2011

Carta de Fernando Navarro a los Estudiantes de Arquitectura en el Taller de Creatividad en la Escritura


Redactor de El País (España) en la sección Internacional y colaborador del suplemento cultural Babelia y las revistas Rolling Stone, Ruta 66, Ritmos del Mundo y Efe Eme. Crítico musical en el programa Te doy mi palabra de Onda Cero.


    Queridos amigos de Potosí,
    Os escribo desde un Madrid que abraza la primavera en todo su esplendor. El sol, radiante y amigo con tantas horas que regala en esta temporada al día, ensancha el espíritu de cualquiera. Dan ganas de vivir en la calle. Pero, ahora, frente al ordenador, cuando me comunico con vosotros, es de noche. En mi caso, la noche invita a la soledad, y la soledad a la escritura.
Me pide vuestro profesor Alfredo Padilla que os escriba “un mensaje de aliento para continuar con el oficio de la escritura” en vuestro taller de creatividad en la escritura. Reconozco que me da cierto pudor. Quién soy yo para dar consejos cuando el mundo está lleno de buenos, muy buenos y excelentes escritores que dedican sus vidas a escribir, a ilustrar emociones con palabras que se sellan en nuestras almas. Como diría el cartero, yo sólo pasaba por aquí y, bueno, me he animado a recoger el guante y a responder a la carta de Alfredo.
Temo decepcionar, pero es verdad: realmente no tengo ni idea por qué escribo. Sólo sé que escribo. Tal vez, es insatisfacción con la vida, que no me da todas las respuestas a mis preguntas y me encamino a por ellas por mi propio sendero. Tal vez, es simple verborrea y necesito poner palabras allí dónde no las hay. O tal vez, es dejar constancia de que estoy en este mundo, que pasa deprisa, sin detenerse, y entonces pongo señales con textos para recordar que una vez estuve ahí. No lo sé. Sólo sé que escribo.
Si os sirve de ayuda, os confieso que cuando escribo no me pongo barreras. No tiene sentido. La primera barrera que quito es la del lector. ¿Qué pensará de mí? ¿Le gustará si escribo así o asá? El lector no es uno, ni es uniforme, ni está para juzgar lo que ni siquiera todavía tú has encontrado en tu interior. No le preguntes a él. Antes de escribir, y mientras escribo, el lector no existe. El lector eres tú que escribes para ser algo con esas palabras. Cuando me reconozco en lo que escrito, es cuando tiene sentido. Luego, Dios, o Cervantes, dirán.
Cuando escribo también intento que nadie predisponga mi escritura. La creatividad está en cada uno de nosotros. Al principio, siempre andamos marcados por el estilo de otros. ¿Cómo escribirían este párrafo Saramago o García Márquez? No lo sabes. Sencillamente, lo escribirían ellos. Tú sólo puedes escribir el tuyo y tiene que ser tuyo. Di lo que tienes que decir por encima de todas las cosas. Espera, busca, rebusca, desespérate si es necesario, pero di lo que tienes que decir. A veces, parece imposible, otras en cambio surge de inmediato, como si estuvieras bendecido por los dioses. El fin siempre es igual de fascinante. Porque cuando pisas tierra firme, pones palabras a tus sentimientos, la sensación es indescriptible. Sabes que has llegado, y ya da igual que funcione o no en el mundo exterior. Es tuyo como los sueños, y el mero hecho de escribirlo es igual que soñar despierto. Apasionado de la música como soy, acudo a ella a menudo para inspirarme y entre sus creadores encuentro grandes anclas. Por ejemplo, en sus memorias, Bob Dylan decía que “las canciones son como sueños que debes luchar por hacer realidad”. Y así lo siento. Con su ritmo y sus letras, nuestros textos son también canciones y, por tanto, son sueños. Y hay que luchar por hacerlos realidad.
No sé cuál es la fórmula perfecta para hacerlo. Si la hubiera, como la de la Coca-Cola, imagino que estará escondida en el bosque encantado, en alguna callejuela de Macondo o entre las páginas de uno de los libros de la biblioteca de Babel que nos descubrió Borges. Allí, imagino que es dónde tendremos que ir a buscarla. Mientras escribo, sólo espero encontrarla. No me veo haciendo otra cosa. Y vosotros en este taller, o en casa, no os veáis haciendo otra cosa si es lo que os gusta, si es lo que necesitáis.
Recordar vuestra infancia en el campo en una tarde de verano, revivir el aroma lejano de tu madre, descubrir vuestros miedos a la luz de una lámpara, poner nombre a vuestros anhelos robándole horas al sueño o pasear en soledad frente a un papel en blanco, todo, absolutamente todo, creo, de corazón, que puede serviros para ser lo que queréis ser en este frustrante pero mágico oficio de la escritura.
Con todo mi cariño y mis mejores deseos.

lunes, 2 de mayo de 2011

Breves notas sobre la Creatividad, de Carlos Bortoni a los alumnos del Taller de Creatividad en la Escritura de la Universidad Mesoamericana.

Carlos Bortoni
Es autor de “Historias de Perro Viejo”, “Estercolero” y “Bushimsos Literarios”, a la pregunta de: ¿Hace cuanto tiempo escribes? Bortoni contesta: “Hace cuatro o cinco años, quizá antes. No lo se. El problema es que antes consideraba la literatura como algo demasiado importante, y eso me estorbaba para escribir, creía que debía tener algo mínimamente importante que decir para poder escribir. Luego, leyendo mucha basura, me di cuenta que eso no hace falta, que basta con redactar algunas cosas”.
Breves notas sobre la creatividad

    La creatividad es un estorbo… una idea recurrente… obsesiva. Un pensamiento repetitivo que te ancla… te amarra y no te permite salir de él. No es pragmática… no se puede utilizar a gusto propio. La creatividad es obsesiva sin ser una obsesión… la obsesión son los temas e torno a los cuales das vueltas… está enferma de esperanza –la más grave de las enfermedades la esperanza de encontrar aquello para lo que solo se puede estar listo… es decir… aquello ante lo que solo se puede esperar a que se presente en la forma de un golpe frio en la frente… un golpe que te abre los ojos y por un instante te da entrada a un entendimiento absoluto… y que después… pasado el impacto… cuando lo aterrizas en el papel… te deja caer sin previo aviso… de picada sobra la cruel realidad… sobre el lugar donde te encuentras atascado… chapoteando en el estercolero… con una siguiente línea que busca el momento para acomodarse.

carlos Bortoni


miércoles, 27 de abril de 2011

El cuerpo como metáfora


La metáfora es la forma de utilizar algo no demasiado claro. Pero la metáfora no es sólo un recurso poético. Si pudiéramos retroceder lo suficiente por la senda de la etimología, como nos dicen los lingüistas, descubriríamos que el lenguaje es una red tejida hilo a hilo, que entrelaza una cosa con otra y ésta con la anterior. Cada palabra contiene su metáfora oculta que alguna vez tuvo que ver probablemente con el cuerpo y sus funciones. Muchas de ellas quizá provengan de gruñidos y gritos. 
La metáfora es conexión y también transformación. Podemos observarlo en la doctrina cristiana de la transustanciación. El pan y el vino no sólo representan el cuerpo y sangre de Cristo: se convierten en éste. Pan y vino son cuerpo y sangre.
De igual forma, el sexo parece ser asunto de profesionales, algo sobre lo que se debe discutir desde afuera. 

En la actualidad, esta actitud sobre el cuerpo está sufriendo modificaciones. Millares de personas que vuelven a "habitar" su cuerpo redescubren una antigua verdad: lo mucho que éste puede decirles. Cuando recupero mi cuerpo y tomo conciencia de mí estabilidad e inestabilidad, obtengo un conocimiento de primera mano sobre todos los equilibrios y desequilibrios de cosas, acontecimientos e ideas. Cuando pago el precio de la rigidez de mi cuerpo, descubro ese mismo precio en el mundo. A partir de este aprendizaje corporal puedo experimentar la verdadera flexibilidad.


La metáfora corporal es aún más patente en el terreno de Eros. Las curvas y planicies del cuerpo representan las curvas y planicies del mundo. El verdadero amante es un explorador y todo acto de amor verdadero es una exploración. La forma y la función son metáforas: el pecho femenino no sólo está relacionado con la maternidad sino también con la generosidad de la naturaleza. Y en la pelvis, masculina y femenina, vemos el poder fundamental y rítmico de toda gestación. 

¿Las palabras enmarcan o simplemente reflejan el mundo? ¿Es el pene una vara, una herramienta, un vengador, o más bien una torre, un tótem, un dios? Podemos elegir. El lenguaje crea realidad que a su vez crea lenguaje. ¿Es la vagina una caja, una bolsa, o un torbellino de misterios, un pasaje hacia un verano eterno? Elijamos otra vez: la experiencia crea palabras que a la vez, crean experiencias.
Cuando me uno a tu cuerpo, participo de toda esta unión. Uno todo lo mío con todo lo tuyo. Tu cuerpo no es un objeto ni el mío un instrumento. Nos unimos con plena consciencia y responsabilidad, con el deseo de tolerar los tiempos de separación y espera, las aproximaciones equivocadas, los juegos inintencionados, las tonterías, vulnerabilidades, esfuerzos y entregas. En esta unión hay éxtasis y también tristeza (pues no puede durar eternamente) y también transformación: la creación de una nueva totalidad mayor que la suma de sus partes, una apertura a misterios más profundos. 

No podemos negar el misterio. Desmitificar lo erótico no es sólo trivializarlo, sino también falsificarlo. Tomemos como ejemplo la metáfora que se desprende de cubrir y descubrir el cuerpo.

Los cuerpos y los siglos: La Soledad - David Huerta


El cuerpo humano encuentra su elemento en la libertad. Un extraordinario y profundo ensayo Los Cuerpos y los Siglos (Elogio del cuerpo mesoamericano, Artes de México, No.69), escrito por el poeta David Huerta, da cuenta, a partir de la representación de los cuerpos heredados por culturas antiguas en piedra o barro, de la importancia del cuerpo a través del tiempo. El cuerpo en su desnudez, en su sacrificio, en su goce y su movimiento. Casi se diría: el cuerpo de siempre. Veamos algunas de las líneas de este texto: 

No hay dioses aún entre este cielo pedregoso y este suelo frágil: sólo un cuerpo humano, solitario y acechante. Hay venas, médulas, huesos, manos, pies, torso, genitales, vello. No hay ni vestiduras ni aperos de labranza, ni armas ni altares. No hay ritos ni ceremonias, y los cuerpos semejantes a éste son simplemente abandonados, cuando dejan de palpitar, sobre la superficie inclemente. 

No importa si es un cuerpo de hombre o de mujer, si es infantil, joven, maduro o viejo; lo que importa es que está vivo. 

El cuerpo es sensible a la luz y a la oscuridad. En la sombra se esconde, ominoso, un amasijo de violencia que toma la forma fluida de un gato apenas entrevisto, un demonio terrible, cuya majestad no ha sido aún codificada. En el resplandor diurno se dibujan los caminos y los territorios. 

La mirada del cuerpo se dirige, simultáneamente, hacia el exterior y hacia sí mismo: busca como si tanteara, la índole de su estar erguido, a la vez que mira con atención su entorno. Observa el mundo circundante y examina sus propios latidos, flujos, armazones, cordajes, redes. 

Representada, la desnudez primitiva se embellece con el destello amplio y protector de la conciencia. Hay un tránsito y una proliferación en la historia no escrito, acaso inescribible, del cuerpo humano: de la soledad vulnerable de la desnudez a la necesaria dualidad del contacto sexual, cuya consecuencia biológica es la multiplicación de la especie. 

Una parte esencial de la totalidad de la existencia está naturalmente en el microcosmos del cuerpo humano. El cuerpo humano es parecido a un campo magnético y a un teatro: llama hacia sí las fuerzas del cosmos pues en él están representadas y activas al mismo tiempo, actuando en todos los sentidos dinámicos de este verbo: actuar. El cuerpo es un actor, es una fuerza irreductible, es un campo de prueba y es a menudo el lugar de las apariciones. Lo es en el sacrificio, en el contacto sexual, en la guerra, lo es en las representaciones sensibles que se hacen de él.


lunes, 25 de abril de 2011

Carta de Juan Cirerol sobre la creatividad en la escritura dirigida a los alumnos del taller de creatividad de la Universidad Mesoamericana


Gracias al beisbol, Juan Cirerol toca la guitarra, le canta a las cholas bonitas y se la pasa los días pisteando con puro perico del bueno. El chiquillo jugaba todos los sábados el llamado “rey de los deportes”, era tercera base de Los Cachanillas hasta que en una barrida le tronó su pierna derecha al intentar un robo de la segunda base. Su pie se atoró en la arcilla y mordió el polvo. Lloró sin parar y se alejó para siempre del diamante, una de sus grandes pasiones. Nunca imaginó que en la guitarra tendría un extra inning en su vida.
A sus 13 años y tumbado en la cama, comenzó a raspar las cuerdas de una vieja guitarra que estaba arrumbada y sin dueño. A su corta edad, Juan estaba consciente de que algo terrible le pasaba: no le gustaba la escuela, en Mexicali no había mucho qué hacer y se sentía muy solo tras la inesperada muerte de su padre. Su ausencia sepultó todo, se sintió fuera de lugar y sus noches agonizaban sin alivio. Tenía pesadillas. Pensaba que si cerraba los ojos con todas sus fuerzas y recordaba a su papá por unos minutos, aparecería debajo de la cama.
En ese tiempo, el maleficio extraviaba los caminos. A pesar de todo, en su etapa de secundaria, Juan se la pasó muy bien porque no sabía lo que hacía, se ponía muy “pirata”, tomaba caguamas aprovechando que su madre no le ponía tanta atención. Era todo un libertino, hasta que entró la mano firme de su abuelo, quien fue su principal influencia musical. El viejo de Guasave, Sinaloa, fue bracero y coleccionaba discos de música norteña y country. Escuchaban horas y horas aquellos acetatos de 12 pulgadas en una elegante consola Phillips.
El autor de anarco corridos, vive en un barrio tan tranquilo que se escucha por las tardes el sonido del viento. Frente a su casa hay una tienda de abarrotes y a lado un kínder. Dice que en Chicali (Mexicali) hay muchos antros y es una rancho ciudad donde no pasa nada extraordinario, salvo el sol quemante. A dos cuadras de distancia, se encuentra la morada de su abuelo, su mamá vive con su nuevo esposo y él es feliz compartiendo el hogar con sus sobrinos y su hermana.
Juan tenía 16 años cuando renunció a la prepa y formó su primera banda. Tocaba rock pero sintió una falta de identidad y decidió quitarle distorsión a las guitarras y cantar en español. Junto con el baterista Martín del Prado, determinaron tocar música norteña y comenzaron a sacar rolas y rolas con sus guitarras acústicas de Miguel y Miguel, Ramón Ayala y Chalino Sánchez. Hojeó sus libretas y recuperó algunos poemas que había dedicado a sus amores platónicos de la escuela, rescató frases de cosas y situaciones que le molestaban y poco a poco desarrolló el sentido de las palabras.
Dice que el primer libro que leyó fue uno de pasta roja que se llamaba “Manual de cómo hablar correctamente”, tal vez por eso llegó al tono de sus canciones. En “Vida de perro”, escuchamos una voz aguardentosa y temeraria: Cuando anduve como perro/de mí todos se burlaban/me daba un chingo de agüite/que todos me pisotearan/hasta que un día me humillaron/se comieron sus palabras… Ahora la suerte está de mi lado/les recuerdo a los ojetes/que se portaron bien gacho/ahora me dicen/que se le ofrece mi hermano…

Las canciones de Juan Cirerol son una mezcla del country de Johnny Cash y música norteña de Los Alegres de Terán; una fusión del folk de Bob Dylan y ciertos toques de punk. Su disco debut “Ofrenda al Mictlán”, tiene un sonido auténtico, poderoso, quizá por su producción sencilla y grasosa.
Sus canciones son retadoras y están llenas de sarcasmo que provocan carcajadas interminables, otras rolas son nostálgicas y amorosas, unas más invitan al baile y a chupar caguamas. Pareciera que Juan le sigue cantando a esa morra que se fue pero que sigue rondando en su mente. En “Trucha porque no hay tiempo”, Juan canta doloroso: Recuerdo otra vez/hablando con papel/buscando una razón perfecta/para volverte a ver
   
La creatividad en la escritura por Juan Cirerol:

Como se dice popularmente, las reglas de la poesia se hicieron para romperse. En tiempos modernos esto ya se ha convertido ironicamente en una ‘’ regla’’ mas de la poesia por asi decirlo, y por consiguiente yo la desecho. El punto, en este caso, el romper las reglas no seria extrictamente un requisito para ser creativo.


El echo del ser o no ser creativo o del pensar que existe un metodo detallado para serlo,  en mi opinion es completamente nulo. Pero, suponiendo que existiera un metodo para crear,  yo lo explicaria con estas sencillas frases:

‘’No comas demasiado rapido, mira tu comida y platica con ella’’.

‘’ La creatividad no es un arte, vivir lo es’’.

‘’ Nuestra conciencia siempre nos dira que hay que preferir primero las ventajas ‘’.

‘’Hay formas estupidas de utilizar la inteligencia’’.

‘’ La inteligencia de un autodidacta siempre se basa en que tan consiente  es de saberse un ignorante’’.

‘’ No le des mucho tiempo al destino’’.

‘’ Recoge tus maletas y vete de donde estas’’.

‘’Cuando alcanzes el ‘’ exito’’ ¡ entonces precupate!, ¡te encontraras con otros fracasados!’’.

‘’ Olvida que existe el escritor dentro de ti ‘’.

‘’ Las tortas de carne siempre saben mejor si le metes un taco adentro’’.

‘’ Quiero pensar que esta carta no la esta leyendo nadie’’.

‘’ De la forma mas tranquila, digo que me gusta mas estar del lado opuesto al opuesto’’.

Asi pues, creo explicarme de la forma ideal del como ‘’ crear’’  de forma libre y despreocupada; singnifica el explotar al maximo la facultad de plasmar las ideas primarias  y no substituir esa pureza con las ideas de las ideas. Se trata de mantener libre el pensamiento de aquel ‘’ otro yo’’ que insiste en que hay que pensar demasiado la idea o el proyecto. Se trata de confiar en el augurio;  de practicar mas la espontaneidad, al contrario del volverse un   ‘’ purista’’, ¿ y por que ?; por que no existe mucho tiempo para crear; todo se destruye mas rapido de lo que se crea.

Al terminar estas sencillas frases queridos compañeros, yo finalizaria afirmandoles que a final de cuentas,  temas como este siempre terminan siendo meramente abstractos y que  dentro de la abstraccion, creo yo, se encuentra la razon ‘’ verdadera’’ de nuestros actos artisticos. al final,  todo termina dando un giro  de 180 grados y regresa a donde se quedo, por ejemplo: Al principio de esta carta.

Sin mas por el momento me despido, esperando que, ¡no tomen en cuenta nada de lo que les eh dicho y sigan escribiendo!.

Amor y paz.

Juan Cirerol