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miércoles, 27 de abril de 2011

El cuerpo como metáfora


La metáfora es la forma de utilizar algo no demasiado claro. Pero la metáfora no es sólo un recurso poético. Si pudiéramos retroceder lo suficiente por la senda de la etimología, como nos dicen los lingüistas, descubriríamos que el lenguaje es una red tejida hilo a hilo, que entrelaza una cosa con otra y ésta con la anterior. Cada palabra contiene su metáfora oculta que alguna vez tuvo que ver probablemente con el cuerpo y sus funciones. Muchas de ellas quizá provengan de gruñidos y gritos. 
La metáfora es conexión y también transformación. Podemos observarlo en la doctrina cristiana de la transustanciación. El pan y el vino no sólo representan el cuerpo y sangre de Cristo: se convierten en éste. Pan y vino son cuerpo y sangre.
De igual forma, el sexo parece ser asunto de profesionales, algo sobre lo que se debe discutir desde afuera. 

En la actualidad, esta actitud sobre el cuerpo está sufriendo modificaciones. Millares de personas que vuelven a "habitar" su cuerpo redescubren una antigua verdad: lo mucho que éste puede decirles. Cuando recupero mi cuerpo y tomo conciencia de mí estabilidad e inestabilidad, obtengo un conocimiento de primera mano sobre todos los equilibrios y desequilibrios de cosas, acontecimientos e ideas. Cuando pago el precio de la rigidez de mi cuerpo, descubro ese mismo precio en el mundo. A partir de este aprendizaje corporal puedo experimentar la verdadera flexibilidad.


La metáfora corporal es aún más patente en el terreno de Eros. Las curvas y planicies del cuerpo representan las curvas y planicies del mundo. El verdadero amante es un explorador y todo acto de amor verdadero es una exploración. La forma y la función son metáforas: el pecho femenino no sólo está relacionado con la maternidad sino también con la generosidad de la naturaleza. Y en la pelvis, masculina y femenina, vemos el poder fundamental y rítmico de toda gestación. 

¿Las palabras enmarcan o simplemente reflejan el mundo? ¿Es el pene una vara, una herramienta, un vengador, o más bien una torre, un tótem, un dios? Podemos elegir. El lenguaje crea realidad que a su vez crea lenguaje. ¿Es la vagina una caja, una bolsa, o un torbellino de misterios, un pasaje hacia un verano eterno? Elijamos otra vez: la experiencia crea palabras que a la vez, crean experiencias.
Cuando me uno a tu cuerpo, participo de toda esta unión. Uno todo lo mío con todo lo tuyo. Tu cuerpo no es un objeto ni el mío un instrumento. Nos unimos con plena consciencia y responsabilidad, con el deseo de tolerar los tiempos de separación y espera, las aproximaciones equivocadas, los juegos inintencionados, las tonterías, vulnerabilidades, esfuerzos y entregas. En esta unión hay éxtasis y también tristeza (pues no puede durar eternamente) y también transformación: la creación de una nueva totalidad mayor que la suma de sus partes, una apertura a misterios más profundos. 

No podemos negar el misterio. Desmitificar lo erótico no es sólo trivializarlo, sino también falsificarlo. Tomemos como ejemplo la metáfora que se desprende de cubrir y descubrir el cuerpo.

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