La metáfora es la forma de
utilizar algo no demasiado claro. Pero la metáfora no es sólo un recurso
poético. Si pudiéramos retroceder lo suficiente por la senda de la etimología,
como nos dicen los lingüistas, descubriríamos que el lenguaje es una red tejida
hilo a hilo, que entrelaza una cosa con otra y ésta con la anterior. Cada
palabra contiene su metáfora oculta que alguna vez tuvo que ver probablemente
con el cuerpo y sus funciones. Muchas de ellas quizá provengan de gruñidos y
gritos.
La metáfora es conexión y también transformación. Podemos observarlo
en la doctrina cristiana de la transustanciación. El pan y el vino no sólo
representan el cuerpo y sangre de Cristo: se convierten en éste. Pan y vino son
cuerpo y sangre.
De igual forma, el sexo
parece ser asunto de profesionales, algo sobre lo que se debe discutir desde
afuera.
En la actualidad, esta actitud sobre el cuerpo está sufriendo
modificaciones. Millares de personas que vuelven a "habitar" su
cuerpo redescubren una antigua verdad: lo mucho que éste puede decirles. Cuando
recupero mi cuerpo y tomo conciencia de mí estabilidad e inestabilidad, obtengo
un conocimiento de primera mano sobre todos los equilibrios y desequilibrios de
cosas, acontecimientos e ideas. Cuando pago el precio de la rigidez de mi
cuerpo, descubro ese mismo precio en el mundo. A partir de este aprendizaje
corporal puedo experimentar la verdadera flexibilidad.
La metáfora corporal es
aún más patente en el terreno de Eros. Las curvas y planicies del cuerpo
representan las curvas y planicies del mundo. El verdadero amante es un
explorador y todo acto de amor verdadero es una exploración. La forma y la
función son metáforas: el pecho femenino no sólo está relacionado con la
maternidad sino también con la generosidad de la naturaleza. Y en la pelvis,
masculina y femenina, vemos el poder fundamental y rítmico de toda gestación.
¿Las palabras enmarcan o simplemente reflejan el mundo? ¿Es el pene una vara,
una herramienta, un vengador, o más bien una torre, un tótem, un dios? Podemos
elegir. El lenguaje crea realidad que a su vez crea lenguaje. ¿Es la vagina una
caja, una bolsa, o un torbellino de misterios, un pasaje hacia un verano
eterno? Elijamos otra vez: la experiencia crea palabras que a la vez, crean
experiencias.
Cuando me uno a tu cuerpo,
participo de toda esta unión. Uno todo lo mío con todo lo tuyo. Tu cuerpo no es
un objeto ni el mío un instrumento. Nos unimos con plena consciencia y
responsabilidad, con el deseo de tolerar los tiempos de separación y espera,
las aproximaciones equivocadas, los juegos inintencionados, las tonterías,
vulnerabilidades, esfuerzos y entregas. En esta unión hay éxtasis y también
tristeza (pues no puede durar eternamente) y también transformación: la
creación de una nueva totalidad mayor que la suma de sus partes, una apertura a
misterios más profundos.
No podemos negar el misterio. Desmitificar lo
erótico no es sólo trivializarlo, sino también falsificarlo. Tomemos como
ejemplo la metáfora que se desprende de cubrir y descubrir el cuerpo.
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